Aquellos que no están familiarizados con el mundo musulmán comúnmente asumen que ya que las mujeres están a menudo cubiertas en público no debe haber un problema con la lujuria y el comportamiento sexual ilícito. En realidad, las mujeres se cubren en los países musulmanes porque tanto los hombres como las mujeres creen que la belleza de la mujer es una tentación peligrosa e irresistible para los hombres. Por ello, la sociedad responsabiliza a las mujeres descubiertas cuando los hombres abusan de ellas o las violan.
Tanto el Corán (33:50) como los hadices (al-Bujari 1.268) presentan a Mahoma como un hombre con un apetito sexual insaciable. Se casó con dieciséis mujeres y tuvo un gran harén. Animó a todos los hombres musulmanes que pudieran permitírselo a tener cuatro esposas (Q 4:3). En el Corán, el Paraíso es un lugar donde los hombres musulmanes reciben doncellas vírgenes para el placer (Q 4.57, 55.56, 78.33). A pesar de su apariencia conservadora, las sociedades musulmanas suelen estar muy sexualizadas. Tanto los hombres como las mujeres ven a las mujeres como objetos sexuales.
En la superficie, las culturas árabes prosperan en la modestia, pero en la oscuridad, la lujuria hace estragos. Devalúa a las mujeres, arruina reputaciones y matrimonios, y rompe el ambiente familiar amoroso que Jesús desea para todos los que vien en los países arabes y lo más angustioso de todo es que ensucia la imagen de cómo Cristo ama a la Iglesia como un marido ama a su novia. En el Ramadán, mantener relaciones sexuales entre la salida y la puesta del sol invalida el ayuno, pero estas restricciones adicionales hacen aflorar lo que hay en el corazón.
Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. - Mateo 5:28.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. - Galatas 5:19–21.
pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; - 1 Tesalonicenses 4:3–4.
entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristoa (por gracia sois salvos), - Efesios 2:3–5.
Maridos, amad a vuestras mujeres,e así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia. Efesios 5:25–29.
1. Oremos para que los hombres comiencen a valorar a sus esposas de manera sacrificada, tierna y práctica.
2. Oremos para que se angustien por la fealdad del deseo egoísta que ven en su propio corazón, y busquen no sólo el perdón sino la transformación.
3. Oremos para que los matrimonios se fortalezcan al encontrar a Cristo juntos y se den cuenta de la hermosa intención que Dios tiene para el lecho matrimonial.